Herencias no genéticas

Evolución. Técnicamente he sobrepasado el estándar laboral de la licencia de maternidad de 14 semanas que "regala" el sistema laboral en mi país. Y así con cada uno de mis hijos. Esto, de manera instintiva o "un privilegio" como comentan muchos. Como todos los contrastes, la primera reacción cuando cuento que a cada uno de mis hijos le he cuidado durante su primer año, es que soy una afortunada, y enseguida salta la segunda reacción o pregunta "¿No enloqueces todo el día en la casa cuidando un bebé?" y me quedo en silencio, porque con los dos primeros si enloquecía, pero porque tenía una tremenda lucha interior sobre lo que mi instinto refería y lo que el mundo me pedía.

Cuando el bebé alcanza los dos meses empieza el bombardeo de preguntas acerca de cuando recupero mi trabajo fuera de casa, mi cuerpo de antes (léase hacer ejercicio porque la figura se pierde...), me piden un cronograma de regreso al ser que era antes de embarazarme. Y lo que pasa, es que hasta ahora entiendo, después de mi tercer hijo, que eso no es posible y que en cambio, enloquecer si. Pero no es la locura tradicional, es una locura de volver a un estado mamífero donde se protege la cría a toda costa y eso es visto con malos ojos. Surgen consejos como disciplinar el sueño, establecer rutinas, destetarlo lo antes posible, introducir alimentos sólidos y cumplir con la idea ilusoria de que el embarazo y post parto son como los comerciales de las marcas de pañales y productos de bebés.

Y son estas las herencias de un sistema establecido por siglos donde no nos cuestionamos los pilares que sostienen muchas de las farsas. Desconectados de nuestra filogenia, seguimos paso a paso el manual de instrucciones para ser madres y padres, para ser pareja, para criar hijos, para formar parte de la pirámide productiva que nos obliga a dejar a nuestros bebes al cuidado de otros para recuperar la "libertad" femenina. Y mientras tanto, juzgamos otras maneras de hacer las cosas, y desde la cómoda posición de seguir reglas, nos acostumbramos a un estilo de vida de consumo, de producción y de ciclos.

Hasta ahora logro comprender esto. Y como no se puede llover sobre mojado, solo me queda desandar mis pasos para reconocerme los logros, quemar mis culpas y creer mas en mi misma, en mi sabiduría de mujer, completa, salvaje, la que recoge los huesos* y seguir investigando, encontrando mas rebeldes, buscando espacios de encuentro, empezando una nueva relación con mi pareja, configurando nuevas maneras de vivir para el bienestar, dejando fluir el amor hacia mis hijos sin filtros educativos, simplemente, ofreciéndome y agradeciendo cada amanecer, cada noche, cada latido cardiaco, la vida.

* Frase tomada del libro Mujeres que corren con los Lobos, de Clarissa Pinkola

PD. Gracias a Leslie Power y su Revolución del Amor, por sus generosas palabras y búsqueda de nuevas maneras de maternar.

Altamente recomendables los libros de Laura Gutman.

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