Sinfonías discordantes

Acaso el tiempo no es una trampa. Existe una función cognitiva llamada conciencia autonoética, la cual permite viajar en el tiempo "hacia adelante", es decir que se tenga la capacidad de ensoñación, de visualización, de generar ideas sobre el futuro. Y existe por supuesto, este sistema de memorias sin las cuales no podría ser el mundo humano como es. Tal vez arraigados a esas dos capacidades del cerebro y la mente, es que podemos quedar atrapados en esa extraña trampa del tiempo, donde nuestros pensamientos moran en el pasado "que alguna vez fue mejor" (o peor, nunca se sabe) y donde se extienden esos lazos con el futuro inexistente, con añorar lo que no es, lo que no existe. Y qué más extraño que eso. Los humanos, evidente especie dominante del planeta, lo hemos creado todo, o bueno, unos cuantos genios regalados por la historia han hecho de este mundo un lugar confortable, cómodo y habitable (no para todos). Y sin embargo, como Nietzsche lo dice, envidiamos al animal. Envidiamos la fortuna que permite al animal olvidar enseguida, dejar ir el pasado como una bruma inexistente para enfocar todo en el ahora; una distracción en el ahora significa la muerte, significa escapar del predador o cazar la presa. Así, en los humanos el presente parece inexistente.

En este ahora, con 18 semanas de embarazo, mi mente poco a poco se silencia. Durante las primeras 12 semanas no hice otra cosa que vivir en una máquina del tiempo. Una cuasi involución a mis embarazos anteriores, que incluyeron reclamos a mi pareja por asuntos inexistentes ahora y una eterna preocupación por la larva en gestación y sus estudios, la universidad y su manutención. Danzando en una bella sinfonía, entre Mozart, el recuerdo de mis hijos cuando eran bebés, las lágrimas de alegría, el olor de recién nacidos y por supuesto las trasnochadas; y luego unas notas de Wagner pronosticando la dura adolescencia o los temores por lo que deben enfrentar cuando ya no estén bajo "mi control".

Y en cambio ellos, mis hijos (Inlcuída la pequeña larva en crecimiento), parecen atemporales. Eso del pasado o futuro no es su asunto. Viven con tanta intensidad, tienen tanta dificultad para interiorizar rutinas, parecen embebidos por el momento. Mi hija se entrega a una hoja en blanco, rodeada de un caos de crayolas, colores y marcadores, de los cuales no pareciera querer salir "nunca", como si su obra de arte fuera infinita. Mi hijo inicia un partido de fútbol y se funde con los goles, es delantero, es arquero, es narrador, es césped, es arco, es público. Y esos momentos parecen congelados. Entonces, entra en escena la mamá que necesita tener organización de su tiempo para no enloquecer. Y aquellas sinfonías entran en discordia.

Son los destinos de la vida pos moderna. Con toda la información volando y atravesando nuestros cuerpos, con todos los requisitos de la vida cotidiana, el tiempo parece que gobierna mi vida. ¿Y si detengo el reloj? ¿Y si me convierto en jaguar o en venado? ¿Y si desconecto el celular, apago el computador, respiro profundo y silencio los duendes? Empieza a sonar en mi cabeza una nueva sinfonía, no se cuánto dure, no me importa, eso es futuro, ya el segundo de pensar pasó, sigo viviendo en el tiempo... no puedo escapar de él. Sólo me quedan esos segundos efímeros dentro del huracán y me doy cuenta que ahí justo ahí, se está moviendo mi bebé. Quietud, silencio, al fin un poco de paz.

Comentarios

  1. Me encanta tu reflexión!! Busca esa paz, es necesaria para permitir que tus energías se concentren en el pequeñito que crece dentro. Te sigo desde ahora!

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