Los ritos y la preparación del corazón

Cuando leí por primera vez El Principito era muy pequeña; entonces no le encontré mayor atractivo a la caída del aviador en el desierto ni a los viajes del Principito por cada planeta. Cuando veía la serie de televisión o la película, recuerdo la arrogante rosa que lo hacía sufrir y me daba rabia con ella; se veía entonces tan solitario en su pequeño planeta. Muchos, pero muchos años más tarde no se bien por qué, tomé el libro de mi hermanita y empecé a leerlo; tendría acaso 17 años y no sabía que era tan popular entre mi generación y que sus frases se usaban para toda clase de cortejos, cartas de amor, notas de amistad, libros de superación personal... en fin. Hago un paréntesis: no tengo nada en contra de los libros de ayuda personal, de hecho me parecen una herramienta fabulosa para sanar cualquier duelo... pero hace poco leí en el periódico de una autora que cuestionaba este tipo de literatura por dos razones; primero, los casos de superación social y económica eran contados y no aplicaban para todas las personas, lo cual conducía a una frustración al intentar a toda costa crear metas innecesarias siguiendo los patrones que los líderes proponían. Y segundo, al hacer cargo a cada persona de su propio destino y de hacerse único responsable de su vida como individuo, estaba facilitando la evasión de la responsabilidad de los sistemas sociales y económicos; es decir, al proponer a  cada individuo que luche hasta el fin, que todo es posible, que con desear una idea el universo se la concede, se está pasando por alto la posibilidad de cuestionar el sistema financiero, la inequidad, las desigualdades que generan cada vez más pobreza... y eso me pareció importante. Sobre todo porque esta literatura es masiva, tiene más consumo que los clásicos griegos o Whitman, por citar un ejemplo. Cierro paréntesis.

Por lo tanto, me niego a catalogar El Principito como un libro de autoayuda lleno de frases que se han convertido en cliché, pero que guardan unos secretos maravillosos; tanto, que está adecuado para niños, jóvenes y adultos por igual. Salvándome de no caer en frases de cajón, continúo. Hay dos partes del libro que me impactaron. No, no la de "lo esencial es  invisible a los ojos..." fueron otras. Una, la de los ritos. Cuando el Zorro le dice al Principito que los ritos son necesarios. He descubierto que para mis hijos no hay nada más estimulante que crear o seguir ritos; no hablo de cultos, hablo de esos pequeños espacios sagrados donde el resto no importa. Hablo de leer un cuento (a veces el mismo cuento durante varias semanas) todas las noches. Hablo de al menos tener una comida del día en familia. Hablo de sentarnos a hacer yoga para niños y dar gracias por algo. De el momento de hacer dibujos en absoluta abstracción, de un "cine familiar" donde juntos vemos una película concertada y nos fundimos entre cobijas y cojines. Hablo de escribir una carta al Ratón Pérez con quesito y esperar al día siguiente las huellas sobre la carta y el pequeño detalle debajo de la almohada.

La segunda parte es "preparar el corazón". Cuando El Principito llega a diferentes horas en sus encuentros con el Zorro, éste le pide que trate de llegar siempre a la misma hora porque de lo contrario nunca sabe cuándo preparar su corazón. Creo que interiorizar este significado ha sido un poco frustrante para mi; me gusta tomarme mi tiempo para esa preparación, y los cambios permanentes y la incertidumbre propia de esta época no lo permite mucho. Un ejemplo es cuando papá va a llegar a casa de un viaje; todos preparamos nuestro corazón, pero no contamos con el tráfico áereo, la aerolínea que cambió los vuelos, el trancón para llegar , o el simple cambio de agenda. Incluso el bebé en mi panza es más flexible con esto. Y creo que tiene que ver con ilusiones, que son como las burbujas del parque, se elevan y se explotan suavemente en la altura... o contra el suelo. Las exigencias de esta vida elegida no dan para preparar el corazón, más bien para tenerlo en adrenalina constante. Y a veces, de eso se trata. De estar abierta a los cambios, a lo desconocido, a lo que no da tiempo de prepararse, a lo espontáneo. Quien sabe, tal vez algún día me vea a mi misma sorprendiéndome de la plasticidad para reconocer que no tengo el control y que mi corazón debe siempre estar preparado para lo que venga. O tal vez recurra de nuevo al Principito para ver si descifro nuevas rutas para aceptar ciertas cosas como son, the way things are...

Comentarios

  1. Muy lindo!!

    También decirte que me gusta mucho la introducción de tu blog, "Espacio semi terapéutico para mencionar aquellas situaciones cotidianas que no se por qué se vuelven trascendentales durante el embarazo."
    Un abrazo!
    Noraya

    "El Rumor de las Libélulas"
    www.elblogdenoraya.blogspot.com

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  2. Me gunsta tu reflexión, además es mi libro favorito.
    Cómo va la pancita???
    Saludos.

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