Refugio en mi misma

Necesito refugiarme. Si, lo se, ya tuve una cuarentena para eso. Pero ahora el refugio es distinto. Ahora, justo en este momento sólo necesito agazaparme y esperarme. Quiero suspender el tiempo. Quedarme quieta. Esperar. No sentir más. Sólo silenciar mi voz interna. Callar. Refugiarme en mi tibio corazón, en mis profundas entrañas que han vuelto ha su lugar. Quiero silenciar esta bruma de pensamientos que no me dejan latir, que me confunden y me dan vueltas como un ringlete sin sentido.

Hoy soy pobre colina, ayer fui montaña y mañana seré laguna insomne. Sólo por hoy quiero un sueño de libélulas, donde todas hayan emergido y vuelen en un sol de medio día, entre mi bosque. Adentrarme en mis músculos, atravesar mis huesos, dejarme fluir con mis venas y arterias, latir con mi corazón, abrir mis pulmones. Recuperar mi paz, vivir mi presente, salirme de este esquema en que un hada malvada me convirtió. Volver a ser yo. Volver a mi bosque como aquel oso que huye de la jaula.

Y ustedes tres... con esa fuerza, mis maestros, mis amores, vuelvan a prender mi llama, no dejen que me apague en este frío de madrugada, quiero ser su satélite y por un instante absorber el soplo de vida. Sólo para refugiarme al calor de la mía, del amor, de la energía vital que ayuda al agua a transformarse y a correr... al polen volar por el viento y cumplir su cometido... a la ola morir en la playa y renacer en lo profundo. Les leeré un cuento y dormiré. Por hoy no quiero nada más.

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