Un altar para nacer

Subachoque, Cundinamarca, octubre de 1995

Pudo ser parte de una rama de cualquier árbol. Estaba ahí, arrojado en el suelo fértil de un páramo llamado El Tablazo, cerca del municipio de Subachoque. No podía imaginar su destino y menos que sería dividido; aguardaba silencioso el lento destino de la descomposición de la materia orgánica, como todo aquello que lo rodeaba: en un momento estaba vivo y depronto, siguiendo el curso del ciclo, se volvía abono para sus semejantes. La llegada de un grupo de estudiantes para una salida de campo le despertó curiosidad. La primera noche hubo mucho ruido, risas, llantos y demás situaciones que se presentan en esa transición de la vida que es dejar la adolescencia y probar algo de adultez extraña. Pero en la segunda noche, un grupo de personas se quedaron en una roca con la firme intención de pasar de largo viendo las estrellas. Eso lo inquietó, pues era un lugar muy frío y si que era extraño ver gente fuera de las carpas.

Poco a poco se fueron a dormir cada uno de los miembros del grupo de la roca. Excepto dos. El y ella. El, sacó su sleeping de plumas de ganso y un poncho peruano para abrigar la situación y ella, no sólo temblaba del frío, sino de los nervios tan grandes por quedarse a solas con quien le despertaba curiosidad, interés y un inmenso gusto. Así las cosas, el y ella hablaron, rieron, callaron y llegaron al beso que se convirtió en estrella fugaz. Noche mágica, noche más linda del mundo. Amanecer frío y sol de páramo. Cuando el palo sintió que era de día, decidió hacerse visible. Tanto el como ella salían con otras personas por lo tanto aquel lugar sólo sería un hermoso recuerdo. Así que ella, a manera de despedida lo recogió y lo partió por la mitad. El regreso fue nostalgia y cada uno quedó con un pedazo de palo y una estela de estrella fugaz.

Una de las mitades llegó a casa de ella y se guardó en su armario durante años, intacto, paciente, con la misma corteza y en silencio. La otra, llegó a casa de él, quien con el tiempo le quitó la corteza para que no se dañara y  en un intento de ruptura, puso una cinta pegante para asegurarlo. Cada mitad guardada en el anaquel de los recuerdos, siendo de esos objetos que no se botan cuando se decide limpiar. El y ella siguieron sus vidas aparte, pero con una amistad que guardaba cierta complicidad que se volvió cariño y afecto, pero distante. Conocieron otras personas, vivieron situaciones diversas y aquel páramo se esfumó de su memoria.

Bogotá, junio de 2001

Ella ya se había graduado de la universidad. Estaba iniciando la etapa laboral cuando recibió una llamada de el. Estaba en la ciudad y quería tomarse un café con ella. Se encontraron, hablaron, se rieron, se identificaron y entonces, sin proponérselo empezaron a andar por un mismo camino.

Quimbaya, Quindío, noviembre de 2001

Juntos, han construido un proyecto. Llegan a su nueva casa y destapan las respectivas cajas enviadas por las familias con todo lo que debían tener para vivir: ropa, libros, CDs, cartas y recuerdos. Ella destapa su caja y de la nada sale la mitad del palo, con su corteza intacta. Sonrie y se la muestra a él. Entonces, con un gesto cómplice, el destapa otra caja y de ella emerge un palo sin corteza con una cinta pegante que envuelve uno de los extremos. Se ríen, no lo pueden creer. Juntan las dos mitades. Encajan. El palo vuelve a ser uno sólo.

Bogotá, febrero de 2012

Su tercer hijo está a punto de nacer. Las hadas madrinas han dicho que sebe hacer un altar para el nacimiento del bebé en casa. Ellos se miran, con esa mirada de saberlo casi todo el uno del otro, pero donde queda espacio para descubrir el infinito. Saben que no hay que hacer un altar. Éste ya existe. Está en su habitación, son dos mitades de un mismo palo unidas por un lazo, que con los años ha adoptado otros símbolos: dos estrellas que son sus dos hijos; un corazón que es el bebé por nacer, unas pequeñas botellitas que contienen papeles con hitos de su historia de amor y una pluma azul que representa el perdón por aquellos daños mutuos inevitables. Siempre ha estado ahí, desde que el palo volvió a ser uno, pero dividido, diferenciado, así como el y ella.

Comentarios

  1. Me gusto mucho volver a escuchar esta historia y conocer detalles del altar pero para mi la historia esta incompleta si no se cita a la sirenita.

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  2. Linda historia y una muy linda manera de contarla. Gracias por despejar las dudas que aún teníamos sobre el Tablazo, je, je...

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