Un año y cuatro meses para aceptar

Aceptación. Esa es la palabra. Ayer, 4 de junio se cumplió un año desde que me enteré del embarazo de Martín. A finales de mayo, una mañana me desperté y visualicé en mi habitación una cuna blanca, una pared con cuadros para bebé... si, era un niño. Luego moví la cabeza y pensé: imposible. Aunque luego navegué en lo bonito del embarazo y dije: si, el embarazo es un estado hermoso. Pero entonces sacudí mi cabeza de nuevo. La siguiente semana fue extraña. Mi extrema sensibilidad y estados de desánimo me hicieron pensar que algo pasaba. Ni siquiera se había alterado mi ciclo lunar, cuando pensé: estoy extraña, estoy embarazada. Al hacerme la prueba tuve una dualidad: si sale que no, me pondré triste... si sale que si, ¡me muero!

Efectivamente, la muerte no siempre es contraria a la vida. De hecho como dice Murakami en Tokio Blues, "la muerte no existe en contraposición a la vida, sino como parte de ella". Todos los días morimos un poco, todos los días nacemos un poco. Es mas complejo que la simple antítesis. Y desde aquel día mi vida se transformó para siempre. Duré las primeras 11 semanas en estado de latencia, con sueño profundo, melancolía y una marea de naúseas nocturnas y matutinas. Negación.

Negación extraña, porque el pequeño embrión se abría paso como siempre lo digo, a pesar de mi. El sabía que no era personal. No se trataba de el, se trataba de mi, del cambio que implicaba, de los mecanismos de acomodación y asimilación de los que habla Piaget para lograr un cambio cognitivo en mis esquemas mentales. No sólo fue miedo, fue la regresión a ese estado vulnerable, sensible, donde las hormonas hacen lo suyo y nadie, absolutamente nadie que no haya estado en esa situación puede comprender. Los meses de embarazo sin panza son difusos, son abstractos, son complejos y la energía invertida sobrepasa todo. Ahi comencé este blog.

Semana 12. Algo mágico sucede. Se acaban las naúseas para siempre, logro mantenerme despierta (tal vez el sueño de los primeros meses es una manera de cargar energía para los siguientes años de no dormir) y depronto me doy cuenta que todo cambió porque acepté. Empecé a sentir los dos corazones latiendo en mi cuerpo y comprendí la vida. Desde entonces, cada día fue diferente a todos los otros días de mi vida. Incluso me conecté con la maternidad desde otra mirada. Más tranquila, más confiada, mas sabia. Mis otros hijos lo saben. Martín es un milagro en mi vida.

Hoy, cuando Martin cumple cuatro meses de nacido, puedo decir que lo único que permite un presente verdadero es la aceptación. Aceptar la vida como viene, los segundos como transcurren. Aceptar lo que puedo cambiar, lo que no. Aceptar que soy parte de todo y de nada. Aceptar que las cosas son como son y que pelear contra ello no tiene sentido. Soy yo, me parezco más a esta versión mía que a las versiones anteriores y eso me hace feliz... y a la vez me duele. Esta dualidad acompaña mi existencia, pero incluso el dolor esconde una belleza infinita porque gracias a él podemos crecer.

Como lo dijo John Lennon: "La vida es aquello que te va sucediendo mientras tu te empeñas en hacer otros planes"...



Nota adicional: Hoy le pregunté a mi hijo de casi 9 años ¿Sabes qué es el machismo? y el dijo si. Pero como no respondió, le dije: ¿Sabes de dónde viene la palabra machista? y el dijo: si, de machete.

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