Certezas insólitas

Esto le pasó a la amiga de una amiga, de mi amiga la que conocí por otra amiga.

La profesora del kínder garden de su hija, después de que la hija ha sido promovida a otro colegio, llama al papá de la hija para preguntarle por la hija. Se hace amiga en facebook del papá de la hija, para ver las fotos de la hija. Ella, a la amiga de una amiga, de mi amiga la que conocí por otra amiga, se sorprende, pues cuando la hija estudiaba con esa teacher tuvo que pedirle cita en dos ocasiones para que le prestara más atención a su hija, debido a que la niña no se sentía a gusto con esta teacher sino con otra, que la consentía y le jugaba todo el tiempo. Al cabo de esas dos citas, la teacher en cuestión comenzó a consentir más a la hija. Luego la comunicación mamá- profesora era fluida. ¿Por qué llamaba entonces la teacher al esposo y no a ella? ¿Por qué si su interés genuino era la niña (y sus fotos) no pedía entonces ser amiga en facebook también de la mamá? ¿Cabría la posibilidad de que la teacher no sólo estuviera interesada en la niña… sino en el papá?

Mi punto de vista
Puede tratarse de una profesora de kínder garden, de una compañera chévere de trabajo, de una cliente intensa que quiere arreglar el proyecto a las 10 de la noche, o de una tipa desparchada… la amenaza siempre estará presente. Y digo amenaza, porque finalmente, sin importar el perfil, las mujeres siempre nos sentimos preocupadas por la presencia de otra chica rondando y buscando lo no perdido. Digo lo no perdido, porque se supone que los hombres casados o con relaciones estables son “intocables”. Y no hay nada más gracioso que eso. La extraña curiosidad que despierta un hombre casado, es simplemente eso, curiosidad. Porque la verdad, en las entrañas de un hogar se teje una complejidad infinita y muchos matices que no se reflejan socialmente. Sin embargo, ese imaginario de familia perfecta y feliz, hace que algunas personas por un lado, hagan lo que haya que hacer para mantener ese status, pues finalmente es símbolo de éxito en una sociedad americanizada como la nuestra. Y por otro, hace que el resto de las personas piensen o se imaginen que ese es el ideal: la estabilidad, la esposa perfecta, los hijos perfectos, la casa perfecta, el carro adecuado, el perro indicado… Y no hay mayor trampa que esa. Creer que una u otra familia es así. A veces creo, que es preferible hablar de los dolores profundos convertidos en anécdotas más que de las clases de fútbol  o natación de los hijos, o de sus buenos  modales. Prefiero enterarme un poco del caos que implica ser mamá. Porque así se ve un ser humano de verdad, que se ha formado en la construcción de un hogar y no un prototipo de persona con algo de suerte por encontrar la persona perfecta y tener la vida perfecta.

Ideas vagas con otras personas
Me pregunto, ¿cómo un esposo no va a tener una que otra idea vaga, bien sea con la profesora o con la súper ejecutiva, si vive inmerso en una rutina y en la estabilidad que implica el mantenimiento de una familia? Aclaro, no lo justifico ni creo ser machista, pero lo que sucede es que a la mujer le queda menos tiempo para tener ideas vagas; primero, porque son mil veces más selectivas y no es tan fácil encontrar el espécimen para fantasear; y segundo, porque el sistema funciona de manera que ¡es ella la que tiene que ser maravillosa para que su esposo no la cambie por otra! (esta no es una idea radical, pero si un poco arraigada en nuestra sociedad, al menos en la que vivo). En esta misma línea, una mujer que debe resolver asuntos laborales, y luego lactar o cambiar pañales, leer cuentos a sus hijos, alistar las loncheras para el día siguiente, enviar un mail de trabajo, organizar ligeramente los juguetes para no tropezar con ellos en las noches, ¿se puede convertir automáticamente en una stripper seductora que hace feliz a su pareja? Ese nivel de perfeccionamiento aún no lo conozco. Si alguien lo tiene, ¡que revele su secreto! Así, los roles se vuelven como siempre. No se si la sociedad o los maridos (por más liberales y open mind que sean) están dispuestos a resistir una constante amenaza del profesor de karate del hijo, del papá de la mejor amiga de la hija, del compañero de trabajo chévere, del cliente súper ejecutivo o del artista interesante. Supongo que muy pocos. La sociedad en la que vivo está diseñada para que además de todo lo que implica ser mujer, no se tenga ningún mal pensamiento y además se ubique como escudera del hogar para que nada vulnere cada pedazo de vida (con risas y llantos) que se ha puesto para tener ese refugio donde se puede llegar y sentirse tibio, confortable, querido y esperado. 
La certeza de la exclusividad
A veces creo que es más fácil y divertido no tener pareja estable, salir y tener encuentros con personas interesantes, viajar y vivir con la brújula un poco al azar. Esa aparente libertad que se vive en las ofertas de hoy. Creo que es más difícil sostener en el tiempo una relación de convivencia donde se conoce al otro en toda su humanidad y no solo el lado interesante y simpático de la conversación con una novedad. La rutina cansa, la energía invertida en la monogamia y en la estructura familiar, también. Por eso creo que es una opción y una elección. Cada cual elige lo que más le conviene, cada cual puede vivir su individualidad y su independencia como quiera. Pienso algo: en caso de estar casado o con pareja estable, es preferible que sea porque se quiere estar así,  porque se ha elegido ese camino para crecer, para vivir, para que se yo. Pero no porque toca o porque es el papá (el mismo al que llama la teacher) de los hijos.  Es más difícil conquistar a la misma persona a lo largo del tiempo y no caer en el idealismo del amor para siempre.
Como todo ciclo, hay cambios, y la única certidumbre es que una relación de pareja es más riesgosa que invertir en la bolsa de valores, que sólo queda lanzarse al vacío y vivir lo que pasa en el trayecto, siempre habrá sorpresas. Y nunca jamás se puede vivir la vida por el otro, tener la certeza de la exclusividad y dar por hecho que se adquiere una pareja como un bien para que haga lo que uno quiera. Amar al otro, supongo, tiene que ver con aceptarlo y respetarle su derecho a tener pensamientos, emociones y acciones propias, nunca mediadas por el mercado de emociones en que hemos caído por cuenta de la superación personal, autoayuda y demás. Parece que una forma de no caer en la posesión del otro, es gozar plenamente esos efímeros momentos de felicidad por los que vale la pena sacrificar la vida solitaria, para dormir casi todas las noches con la misma persona.

Comentarios

  1. Como siempre, sabias palabras!!!
    Saludos y una vez más felicitaciones por tu nuevo bebé!!!
    Andrea Acevedo

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  2. Muchas gracias Andrea!! Abrazos para tu y tu beba!

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